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¿Cómo afiliarse a un sindicato de poetas?


Comentario de Hoja de afiliación y otros clichés, de Ronald Bonilla

Gabriel Vargas Acuña, filólogo,

Catedrático de Literatura Instituto Tecnológico de Costa Rica.

Aquí valoran el hálito hediondo

de la noche que amanece

y no trasciende

Hoja de afiliación y otros clichés.

Ronald Bonilla

Los nombres de un libro especial

El nombre de este libro y sus subtítulos nos llenan de curiosidad y expectativa. ¿Qué tiene que ver la poesía de Ronald Bonilla con ese lenguaje burocrático y ese tema prosaico?

Se distinguen en el libro al menos cuatro claras agrupaciones de poemas. El primero está formado por Hoja de afiliación, algo así como un currículum vitae, una especie de monólogo de un sufrido poeta que más que mostrar lamenta sus méritos. Un segundo segmento, que consume la mayor parte del volumen, está constituido por un conjunto de Dedicatorias y otros textos, (Pareja y Maldición de la amante) que son breves poemas a amadas o a algún amigo, las cuales no son elogios sino tímidos y a veces airados reproches.

El tercer segmento lo forman tres poemas reflexivos, algo así como los considerandos de un texto legal, mediante los cuales se prepara un por tanto o consecuencia jurídica. El cuarto segmento cierra el libro con una pieza muy particular: el yo presenta un manifiesto o exhortación dirigido a sus congéneres, amenazados por el abandono y el olvido, de asociarse a un inusitado “sindicato de poetas”.

De la breve descripción que se ha realizado se extraen varias interesantes consecuencias: el libro tiene una estructuración cuidadosa y claramente intencionada, domina el recurso de la antítesis y la figura de la paradoja, subyace en este una tesis que no es cómica ni liviana sino un planteamiento consistente sobre el oficio de la poesía.

Dedicatorias

El segmento más extenso del libro incluye 15 dedicatorias, casi todas a antiguas y actuales amadas. Se instala esta sección sobre el perfil ya establecido del poeta “non sancto”, que aquí enumera sus múltiples y variadas compañeras, igual que el pícaro –mozo de muchos amos- enlista sus amos. Además, vuelve a operar la paradoja de que, aunque las dedicatorias deben ser gratificantes, las de este libro son agudos reproches y a veces severos juicios. Mujeres de circo, poetas, brujas, modelos, maestras, bibliotecarias,hippies, abogadas, exesposas, etc. aparecen como experiencias, expedientes, más bien, del poeta. La mayor parte de los poemas, es decir cada caracterización de una amada, están constituidos mediante el eje de atributo positivo vs. atributo negativo, es decir mediante antítesis.

Como se sabe, la paradoja funciona como un marco, un medio contradictorio, y solo se puede observar en un texto extenso; mientras que la antítesis está formada por condiciones contradictorias (no palabras) en una situación específica. Después del circo / no me gusta que eches fuego; después de amarnos, / no me gusta que fumes como una puta vieja; me encanta que nos bañemos juntos/ pero no me pidas que te orine; todo lo que pediste te lo di/ incluso mi partida; de la bibliotecaria me enamoré no por sus libros; un nuevo poema viajaba entre nosotros/ pero nunca lo escribí…

En el prólogo al libro La ciega certeza (2005) de Bonilla, L. Albán dice que éste se caracteriza por los oxímoros o expresiones formadas por palabras contradictorias entre sí. Tal vez pueda completarse ese juicio señalando que Bonilla practica una escritura en la cual son corrientes las estructuras que involucran contrarios.

En forma general, los poemas correspondientes a este segundo apartado del libro, por acumulación dejan claro el vasto expediente del yo poeta y las frustraciones y amenazas que se derivan de la ruda coexistencia con sus amadas. El poema Maldición de la amante, que por afinidad he incorporado a la sección de Dedicatorias, introduce un paralelismo con el célebre de P. Neruda Tango del viudo. Como se recordará, ese texto de Residencia en la tierra (1947) nos refiere el inquietante affaire de Pablo con una posesiva dama birmana que lo amenaza de muerte si la vida resulta peligrosa.

Considerandos

El tercer segmento que es posible delimitar en el libro Hoja de afiliación y otros clichés es el que llamo “considerandos”. En una interpretaciónpersonal puede decirse que, una vez el yo ha repasado los hechos probados, hace acopio de los principios para tomar posición. Incluye tres poemas muy densos (Retrato de ciudad, Ser infinitivo, Contraejemplos) en los que el yo medita en su estado actual, en su destino, en qué hacer. En esta serie cambia el tono, cesa el humor, acaban las picardías. No obstante, la antítesis sigue campeando.

En Retrato de ciudad, el yo se ha encerrado a pensar: Todo afuera es vagabundo; todo afuera es impreciso; todo afuera está pintado en las paredes.

En Ser infinitivo, el yo baraja posibilidades. En estas listas de infinitivos busca una respuesta a su situación. No se decide por ninguna acción.

Acaso ser el soberano de los azules imposibles; caer y doblegar la ansiedad

y levantarse; poner los nudillos en el rostro de alguien o besar y besar…

Siguen prevaleciendo las antítesis. Ser el soberano de dos inmensidades: mar y cielo, dijo Marchena. Ser o no ser dijo Shakespeare. En Contraejemplos el yo reduce al absurdo las peores posibilidades. Por ello produce una lista de inversiones lógicas, donde se ponen los bueyes detrás de la carreta, donde el objeto prevalece sobre el sujeto: Confianza en el reloj mas no en el tiempo, en la jauría pero no en las fauces. Confianza en las solapas, los botones, no en la sorda palabra de los viejos. Confianza en tantos eufemismos como vidas, pero no en los opacos adjetivos.

De manera que, podría pensarse, esta serie de poemas constituye un documento preliminar, que va a sustentar una tesis, una propuesta del yo a sus compañeros poetas.

Manifiesto

En el cuarto y último segmento de este libro queda el poema Manifiesto. Está redactado en tono exhortativo: abundante de vocativos dirigidos a los/las “poetas de cabecera”, paralelismo de “médicos/as de cabecera”. Tres son las causas de esta cruzada gremial: protegerse de musas que puedan expulsar a los colegas; protegerse de maridos de musas que puedan proscribir los libros que perpetran los poetas non sanctos; evitar que las obras de esta comunidad sean echadas al olvido.

Poetas de cabecera, unámonos. /No vaya a ser que esta receta azul/de los

remedios/no encuentre papel de oficio que la ampare…

Concluye con este poema el planteamiento del libro. Parece un por tanto -como se dice en la jerga jurídica- que se deriva de la constatada debilidad de este poeta genérico, de sus amargas experiencias amorosas, de sus contradicciones. Examinando en fin sus encontradas piezas, su retrete…,dice C. Vallejo. En el acto final, como echando incienso, se salpica el texto de algunos términos jurídicos: papel de oficio, ampare, refrendar, suscribir.

Un balance

En la obra de Ronald Bonilla, este libro es excepcional. Su técnica no ha sido la poesía conversacional y su posición no ha sido la denominada antipoesía. Por ello cabe preguntarse si está cambiando su punto de vista como poeta y si está renovando su arsenal. No obstante, el cambio es tan drástico que resulta inverosímil y los argumentos son tan abundantes que cuesta creerlo. Por ello vale la pena explorar otro significado de este Algunos elementos de la teoría del carnaval, planteada por el crítico ruso Mijaíl Bajtín, permitirían acercarse al mundo poetizado por Bonilla. Según ese enfoque, la carnavalización consiste en que las reglas del carnaval (inversión de la realidad, igualdad de lo elevado y de lo bajo, profanación) pasan a regir en el mundo creado por la literatura. De manera que el campo de la poesía, regido antes por seres iluminados, ahora lo está por

tipos corrientes como los bufones; la poesía elevada y trascendente ha sido sustituida por poesía expresada en forma coloquial como habla todo el pueblo; la poesía, como expresión de lo misterioso ahora es expresión de actos cotidianos e inclusive vulgares.

En el carnaval de la poesía, la parodia o imitación burlesca del prójimo es moneda corriente. Por ello, estructuras consideradas muy formales, como los escritos legales, las proclamas sindicales y otros, se combinan con relatos de la vida licenciosa contados con palabras fuertes o soeces. En el carnaval de la poesía, el bufón toma el papel preponderante y dirige

a los compañeros poetas en un fantástico sindicato que los protege de los peligros de la vida poética. Por ello, presenta su currículum de picardías, da su discurso de contradicciones y finalmente presenta la ponencia de inmunidad.

Junto con L. Albán, J. Dobles y C. F. Monge, Ronald Bonilla suscribió el Manifiesto trascendentalista (1977), en el cual se declara el carácter esencial de la poesía lírica y se proponen obras que expresen las vivencias profundas del yo sin contaminarse de los propósitos y recursos de otros lenguajes que no sean los tradicionalmente poéticos.

El enfoque doctrinario de hace cuatro décadas parece haberse difuminado un poco en un poeta como Bonilla, pero puede adivinarse una persistencia en la poesía reflexiva, de escogido vocabulario, de elaboradas imágenes. Por tanto, no es esperable que escriba un libro conversacional, de tema liviano, de palabras fuertes, inclusive algo jocoso. Más bien, puede decirse que, haciendo gala de su tecnicismo, Bonilla crea un libro que parodia la obra de autores, no necesariamente nacionales, que practican una poesía que algunos llaman antipoesía, es decir superficial, insolente y sin compromiso social ni estético, es decir intrascendente. Aquí valoran el hálito hediondo/ de la noche que amanece/ y no trasciende. Fuera de la parodia y la sátira que comportan su mensaje coyuntural, este libro trascenderá porque reafirma el compromiso social y estético del poeta.


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