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2014: Los seres desterrados. (Breve reseña del libro del poeta Juan Carlos Olivas) Por Pablo Narval

2014: Los seres desterrados.

Breve reseña

por Pablo Narval

El poeta llega y nos habla, y de alguna manera su palabra nos fecunda, de otra manera nos hiere y en otras nos pone a dudar, a pensar, nos hace estragos desde nuestro interior, pero alguna nota queda dando el tono adecuado para que recibamos su poder vivo del lenguaje, esta última fue la sensación que me dejó “Los Seres desterrados” del poeta Juan Carlos Olivas publicado por la editorial Uruk.

Comencé mi viaje esperando un sueño y me topé con algo totalmente distinto porque estos seres son un viaje casi personal en la vida de muchos de nosotros en otros personajes, pero sobre todo en la del poeta, cuando nos abre el mundo de estos poemas como una especie de obertura con los modos melodiosos de la misma sin decirnos mucho del tema del libro pero a la vez todo del tema de la vida, el poema “Los Solos” es esa obertura que nos quiere poner a tono con todas las arias que vendrán luego, pero que nos dice que el verdadero artista tiene alguna especie de sensibilidad adherida que todo lo capta, es un ser de otro mundo que puede descifrar los códigos precisos de este mundo para poder sobrevivir a la soledad:

“Los solos venimos de otros mundos

con flores de cristal entre las manos,…”

De “Los solos” , p.11

Y el primer desterrado de este encuentro misterioso es el mismo Juan Carlos con el poema “Autorretrato” donde impone primero su condición humana, donde deja de lado esa incertidumbre de la palabra poética, y nos muestra una nueva poesía, más dura y más sencilla, más psicológica y más personal, este poema es un desgarre, una precisión de observar al autor desde adentro para que podamos entender luego su especie y sus especies que también hablaran de sus mezquindades, horrores y esperanzas:

“Esto que ves son las carreras en bicicleta,

los raspones, las caídas,

las piedras que guardaste en los bolsillos

para herir los cristales del vecino,

son las tardes de calor y lluvia,

vencido por el pecado de la fornicación por vez primera,…”

De “Autorretrato” , p.13

Ahora sí, el poemario se suelta y nos muestra su viaje, su delirio, porque es delirante ciertos resquicios de sus palabras, muchas de sus cavidades nos atrapan y nos hacen caer a un mundo sin fondo, sin premeditación:

“Y vuelven las bestias

atraídas por el olor de la sangre,

y sentimos en silencio

que algo nos toca

desde la eternidad…”

De “Desembocaduras” , p.39

Y las palabras se vuelven contorsionistas, llevándonos por mundos que nunca hemos pronunciado, la palabra se vuelve un poco maldita y por decirlo de alguna manera se vuelve siniestra, para despertar algún grado de conciencia que no conocíamos o quizá quitarnos la conciencia y darnos cuenta que hay una voz más subterránea o ultra terrena que cabila en los lindes de nuestro sentimiento:

“Arrastro con mis dientes la dorada vestidura,

lo dulce de compartir el placer de torturarte,

hacer lianas con tus vísceras,

encarcelar mi falo entre tus huesos

y roerte el alma con la erguida rosa.”

De “La lujuria” , p.58

De alguna manera encontraremos algún poema que le evoca al poeta algún recuerdo de la infancia, alguna ceguedad, o algún odio que quedó desvelado y lo pone hablar y a gritar en este libro cargado de óxido y malabares insepultos que provienen desde otra tierra. El poeta se pone en la piel de otros, reencontrándolos con seres míticos, y nos muestra sus locuras y sus sueños y su compasión en unos:

“Dios, que hasta ese momento

estaba distraído

viendo sus fotografías,

cuando la vio en vivo y a todo color

no tuvo otra opción más que enmudecer.”

De “Marilyn” , p.62

Voy a ser sin sincero, la primera lectura de este libro me dejó extrañado e incluso, como le dije al mismo Juan Carlos, ciertos poemas me desorientaron pero hice amistad con ellos de lo bien tratados y buenos que eran, pero si me permiten la comparación, este libro es como ver 2001: Odisea en el espacio de Stanley Kubrick que la primera impresión te deja extrañado y cuesta entenderla, pero si la vuelves a ver una segunda y una tercera vez, sencillamente se convierte en un elemento imprescindible, le agarras un gusto, miras la técnica y la destreza de mostrar un mundo que muy pocos son capaces de mostrar o se atreven a mostrarlo, lo mismo con “Los seres desterrados”, y ahora me retracto, después de mi segunda lectura puedo decir que el poemario, en sus imágenes, en sus movimientos, en la concepción de su decoro y maldición es sencillo e inmaculadamente pecaminoso. Espero ansioso leerlo nuevamente.

Y para ir finalizando esta reseña digo que cada vez que lo leía, “me convertí en una imagen de piedra” donde “La música se había vuelto ceniza.” De “Anotaciones para un epitafio (Canción de Seikilos)”, p 48.


Mi recomendación para este libro es leerlo con un fondo musical de György Ligetti o Krzysztof Penderecki.


Al final qué son los verdaderos artistas si no solo seres desterrados que tratan de amar en su soledad su más duro infierno, su más duro paraíso. “Los seres desterrados” de Juan Carlos Olivas provienen de los huesos y de la carne.

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