top of page

William Meneses

Empresario

Trabaja en Desarrollos Samer internacional. S.A desde 1997

Puesto: Gerente General.

El periódico la República publicó tres articulos de su autoría y La Prensa Libre Digital, alrededor de cuarenta de sus artículos en su espacio de Opinión.

Pertnece al Grupo Literario Poiesis desde hace ocho meses.

image.png

TARTAMUDEZ

-Pe-pe-pe-pepero, maestra, yo no pu-pu- pu-pupuuedo hacer eso!- alcancé a balbuciar. La maestra me ripostó:

- Hazlo solo para mí.

 Aunque era niño, también era hombre y ante una linda cara de mujer, el más grande de los hombres también se rinde.

 “Solo para ti”, pensé y le respondí con un sí.  Ahora con un tartamudeo mucho mayor por la emoción  al imaginarme a solas con ella. 

Ella me cubrió la boca con su mano,  para evitarme toda mi acostumbrada perorata de tartamudez. Seguidamente me dio las instrucciones:

-Debes aprenderte alguna poesía, para que la declames frente a mí. Estaremos solos tu yo.

 

Llegué agitado a mi casa y con mi secreto guardado.

-Mamá, te sa-sa-sasabes alguna po-po- poesía?

Mamá era muy culta y con estirpe de poeta. Y empezó a declamar: “Ruge el mar, se encresta y se agiganta”.

Y así continuó hasta terminar el poema dejando en mi corazón

emociones que todavía no conocía. Por varios días me repitió renglón por renglón, hasta que aquellas palabras se entronizaron en mí, haciendo de  mi memoria un castillo a prueba de sitio.

 

Lllegó el momento ansiado en el recreo grande.

Todos los niños salieron a jugar al patio de la escuela, Y ella y yo nos quedamos solos en el aula.

Con una total ausencia de balbuceos y tartamudez,

Con vos fuerte y segura empecé:

-“Ruge el mar se encresta y se agiganta”.

 

Cuando terminé, la maestra con sus hermosos ojos inmensamente abiertos

exclamó: 

-Maravilloso! Que lindo! y lo has recitado de corrido!

E inmediatamente agregó: 

-Mañana es el Día de la Raza. Habrá actividades y estarán todos los alumnos en el patio. Tomarás tribuna y declamarás esa poesía.

La miré con desbordada angustia, mientras que con su cautivante mirada me consolaba

susurrándome:

-Hazlo por mí.

 

Subí al estrado sobrecogido por el terror

Pero me aferré al castillo de mi memoria y, solo al final escuché el aplauso atronador y la gritería de los niños.

 

Desde aquel día dejé de enredarme con mis palabras

Y ahora, que de tartamudez se ha llenado mi memoria,

 me pregunto si habrá sido esto po-po-poposible?

bottom of page