Marlene Retana
Poeta
Marlene Retana Guido nació y creció en Puntarenas, centro. En esa provincia realizó sus estudios primarios y secundarios. Ingresó a la universidad de Costa Rica e hizo los Estudios Generales en la Sede Universitaria de Occidente, en San Ramón. Luego, se trasladó a la sede central , Ciudad Universitaria Rodrigo Facio, situada en San Pedro de Montes de Oca; donde culminó sus estudios en Filología Española y en la enseñanza del castellano y literatura.
Trabajó como comunicadora durante diez años en la Asociación Demográfica Costarricense, en San José. Ejerció la docencia en diversas instituciones de educación secundaria y universitaria del país, mayormente en la provincia de San José, durante veintiséis años.
Actualmente está pensionada y se dedica a leer y a escribir. Algunos de sus poemas han sido publicados en revistas literarias dentro y fuera del país, pero la mayor parte de su obra literaria permanece inédita.

Calles Pacíficas
La gente camina
en el lastre de sus prisas,
mientras la voz de la máquina repica
en el tímpano de los relojes
que me enloquecen dentro,
casi acallan mis latidos.
Los autobuses vomitan
su indigestión en las paradas.
Al estilo de Van Gogh, mi pincel imaginario
barrunta figuras en la arcilla del aire,
que visto con jirones de indiferencia.
Me detengo a escampar
de la intensa lluvia de gritos
bajo el alero de mis pensamientos.
En una esquina, un hombre
remeda a un gladiador,
tirado en la acera de una diaria batalla.
Tiene muchas cicatrices y heridas
como pudiera tenerlas un animal salvaje.
Calle abajo
ruedan en descontrol
las miradas hacia el vacío.
Cruzo debajo del aguacero de voces
hacia el corazón de la avenida,
donde las palomas pican aquí y allá
los maíces del concreto
A veces las manos
también se desgranan.
La modorra se despoja de sus ropas desgastadas y sigue deambulando
con la misma incertidumbre
hacia el nodevenir.
Pronto la lluvia con sus ráfagas
desplazará las culpas
hacia las alcantarillas.
Y yo cerraré mi paraguas
como si nada pasara
en estas pacíficas calles.
-Marlene Retana Guido
El oso perezoso
Náufrago de bosques avanza,
el estupor lo escolta
con su gesto grave
por la carretera y su playa.
El pavimentado cielo se ilumina
con estrellas de apagados pájaros,
y la sinfonía de chicharras
enmudece abruptamente.
Los asombros escapan
por las ramas disminuidas
del árbol doliente.
El oso “suicida” y su piel
-llama ondeante
en el sol oscuro
del asfalto-
extienden,
su trípode brazada
para alcanzar la orilla,
y no perecer
en el salvaje
mar de los motores.
Angustia
La noche puso un cubrebocas
sobre su aliento de jazmines
y vino a buscarme por los caminos
del grillo palpitante
o del corazón que chillaba.
Y me sorprendió el tiempo
con su desvelo, cuando yo quería
despedir ausencias.
Luego, llegó el amanecer
desprovisto de tu estrella
y por estrella, un vacío,
un agujero interminable
de distancia y abandono.
Después, vino la tarde
con su ojo de zozobras.
Y regresó la noche,
se anunció en mi puerta
con su párpado de piedra.
Es un ciclo de pesares,
de noticias feroces
con veinticuatro colmillos,
que me acosan.
Y yo estoy atada al nudo,
con este desmayo inútil
de mi cuerpo.
-Marlene Retana Guido