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Isabel arroyo

Isabel Cristina Arroyo Calvo, periodista de profesión. Laboró mucho tiempo en Radio Universidad de Costa Rica. Se dedica a la poesía, pero recurre a la prosa sobre todo narrativas. Ingresó al Grupo Literario Poiesis y participa de su taller desde hace unos meses. Desde entonces se siente más realizada como poeta, afición que trae desde la adolescencia.

ATLAS

 

Los días azules,
como fogatas de luz,
pupila rota entre los fuegos, 
una esfera navegando 
entre órbitas y piel.

Asisto a tu mirada
que entre cruces
de espera sueña,
la voz entretejida
de un Dios diseminada
a la altura de los labios.

No olvido Señor,
que un día y siempre,
descubres los ojos
en los horóscopos
olvidados de los tiempos,
donde nosotros como aureolas,
le arrancamos los nombres
a la esfera que recorre
los cielos con su atlas.

Germina la aurora,
paraísos azules
que recorro día a día,
me hablan de la vida,
esencia de lo irreal...
entonces descubro
el tic tac del reloj
en mi pecho
y sonrío como alguien
que recién aprende
a amar.

 

 ALUCINACIÓN

 

El mar deja de ser el mar,

la estrella, estrella,

somos náufragos

en este laberinto de arena.

 

Lanzamos el grito

desde la penumbra

y el silencio revuelve

pájaros sin canto por el aire.

 

Nos deshacemos

como rosas sin agua,

en espera de la gota

que nos despierte a la vida.

 

Convertimos en humo

nuestro caudal de sueños;

somos transeúntes rompiendo

caminos en medio de la noche.

              

 

Y Dios

inerte escucha nuestro canto,

que habla de huracanes,

de olas gigantescas que arrastran

los futuros

e inmóviles sujetamos el tiempo

en el tránsito incierto de esta tierra.

 

Un paso.

Un viajero sin alforjas

es nuestro destino

que se agota.

 

ALUCINACIÓN

 

El mar deja de ser el mar,

la estrella, estrella,

somos náufragos

en este laberinto de arena.

 

Lanzamos el grito

desde la penumbra

y el silencio revuelve

pájaros sin canto por el aire.

 

Nos deshacemos

como rosas sin agua,

en espera de la gota

que nos despierte a la vida.

 

Convertimos en humo

nuestro caudal de sueños;

somos transeúntes rompiendo

caminos en medio de la noche.

                                                                                                                     

 

Y Dios

inerte escucha nuestro canto,

que habla de huracanes,

de olas gigantescas que arrastran

los futuros

e inmóviles sujetamos el tiempo

en el tránsito incierto de esta tierra.

 

Un paso.

Un viajero sin alforjas

es nuestro destino

que se agota.

 

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