Cáliz

 

La única iglesia que ilumina es la que arde   
          Piotr Kropotkin   

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El ADN invertido de mi ángel cambia,
el relámpago grita
mientras tus lágrimas recorren la cara del descalzo danzante.
Que se caiga la cuna del niño muerto,
y que viva su esencia en la eterna lástima.

 

Oh Dios,
El libertinaje ahora no es más que una broma contemporánea
iluminando tu templo,
haciendo que la dualidad se venda al mejor postor.
Te extasias del hijo concebido por tu María regalada,
y del mortal molesto porque llovió en su cumpleaños.

 

Al impuro le gusta probar sin saber masticar,
pero tú lo atragantas con el pecado mortal.

 

Oh,
¿por qué no prostituyes el secreto, para que veas como los cuerpos ultravioletas van transfigurándose en las llamas de tu cielo?

 

Y tú, Iglesia
Te invoco con el claroscuro milagro y desmiento el interpelo barato de tus paredes,
aquellas que se construyeron bajo el robo de tus mensajes celestiales.
Porque aquí, en este barrio marginal donde cobras la fe,
La ostia es el desayuno, almuerzo y cena.
¿a dónde irán a para tus recolectas?
¿cubrirán las promesas o el recibo del agua?
Porque aquí el dinero no alcanza para ser pobres.

 

Oh,
Deja de propagar tu inexorable cáliz,
a tu bella Magdalena
y dígnala como a la mujer.
Porque aquí...
el hambre al irreversible pecado es más grande

que tu verdad traspapelada.

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Fabiola Bertozzi