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Danny Drachen

Danny Drachen nació en San José Costa Rica en el año 1991, bajo el nombre de Daniel Arias Rojas.

Terminó la secundaria en 2008 graduándose del Colegio Rodrigo Hernández Vargas en Barva de Heredia, cantón donde reside.

Es el cuarto de cinco hermanos. Poeta y novelista busca cumplir el sueño de publicar sus libros.  Estudia música y le gusta componer canciones.

Actualmente cursa el bachillerato en Enseñanza del Español en la Universidad Americana.

Forma parte del grupo Poiesis desde abril el 2018.

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“Padre nuestro…”

Regrésame los últimos clavos
que desprendieron
la cera de mis alas; 

Vísteme con el beso agrio del vino
y el sinsabor del halo que censura,
-pero nunca salva-.

(Tan blanco como el cuerpo de tus falencias.)
Tórname del acullá
donde las águilas cazan
y se multiplican los despojos sin pan
en la miserable cesta de nuestros peces.

Nubla el trueno de tu aliento
en los campos de mi alma hereje,
pero acércame a tus lágrimas
que develan el miedo sobre mis huesos,

Y afila el cuchillo mientras evoco
el pergamino de mi apostasía.

Padre nuestro,
sella el precio de mis sacrilegios
para que suden los poros de la madera
que nos separa.

Colecciona mis crímenes
entre los hilos
que pregonan mentiras en tu sotana
y encadena las plumas de mi trova
en el tálamo de tus rezos.

Padre deja que germine por fin 
la vid de mis blasfemias

¿Es que aún no lo ves?

Yo canto a la serpiente
que regenera el enigma
de sus ondas,

y danzo en el ímpetu
de la manzana que
pudre la cáscara del credo.

Y si por este dogma me condeno…

Entonces he de morir
enramado con la esperanza
de mis letras
para renacer invicto
en el Gólgota de mis pecados…

 

  

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

        

Estepas

Caminé tarde,
allí por donde se desdobla el averno,
me sangraron las piernas
y he cruzado a tientas el ébano en plena sombra.

Troté persiguiendo mi propio aullido
y ninguna estrella resopló ecos en mi piel,
creo que aún vibran mis dudas
pues se me enterraron esquirlas
en estas piedras de nadie.

No hay lunas en las estepas de dónde vengo,
ni manantiales que multipliquen el pan de un beso,
ni pestañas que se rompan en azulejos
cuando llueve el alquitrán de la noche.

Mi lengua se desdibujó
como una lágrima en el aire
y mis huellas, como decir mis manos,
dejaron de soñar con tinta.

Caminé tarde,
a través del pasto que crece absurdo
en el umbral de mis heridas,
arrastré mi brújula de espino amargo,
como quien cabalga embriagado de luciérnagas.

Me he perdido en el éxtasis de la tundra
y cuando la soledad anidaba en mis colmillos
abrí mis pupilas empapadas de grietas.

Llegué tarde, es cierto.
Pero he anclado el paraguas
a la ribera de tu puerta
y colgué de alguna cana
al hambre, al frío y a la estepa…

Danny Drachen

Fuego Póstumo…  

                                                                        

La suma de tantas madrugadas
se destila como un adiós cobrizo, 
me tatúa cicatrices con sal
y se aferra en silencio a tus labios.

Las últimas estrellas 
sobrevolaron aquel quiosco tímido 
donde incineramos el azul
de nuestro primer beso.

Han decidido plantar las caricias
a la sombra del fortín cómplice
que nos sonreía todos los septiembres
bajo la lluvia.

Aquel dios de piedra
custodiaba nuestras manos,
las palabras, tu agua, mi fuego
y los vasos de mocaccino
que ya no perfumarán más estos recuerdos.

No escribí nunca las partituras
de tus ojos que soñaban ángeles
ni los mitos de mi cuerpo
que aprendió cómo abrazarte.

Te regalo en cambio
la ceniza de mis templos,
la torpeza de mis acordes
y una marea de contradicciones
color malva.

Ya no quiero conjurarte más.
No sembraré los renglones
con el eco de tu aroma,
ni el tono de tu voz volverá 
a mojar mis tinteros.

Pero cuando leas las reliquias 
de este ardor, 
recordarás mis alas de murciélago
en cada fisura de tu cama,
esa que ahora solo es una 
fotografía recortada
en blanco y negro...  

-Danny Drachen

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