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CUENTO DEL MES

 

LA VENDEDORA DE CONDONES

 

" Todo puede ser comprado, vendido, alquilado, sin exceptuar el alma"..

(Eduardo E. Galeano. El tigre azul y otros artículos).

En una esquina al lado de la catedral de Santiago de Cuba, Inés, vieja desde siempre en su piel curtida por la pobreza, fumaba su primer puro con un placer único, elevando sus ojos al enorme ángel entre dos columnas de la catedral. Ella vendía condones de tres, empaquetados en un sobre verde de letras amarillas. Ella no anuncia. Simplemente los clientes se acercan piden, cobra y da su vuelto. Las cajitas le llegan por contrabandos traídos de Panamá. Vende de cincuenta a sesenta por día. A la 1 p.m. cruza la calle, entra al grande templo, se arrodilla prende una velita y da gracias al Cristo imponente: "Gracias, mi Dios por tanta energía diaria para el sexo desmedido de los míos y los que vienen de afuera a ayudarnos en estas crisis. No permita mi Dios que bajen las ganas. Se lo pido por mis nietos que van muy bien en sus estudios. Y perdóname si peco en esta acción".


Terminada su plegaria Inés cruza de nuevo la calle, llega al parque Céspedes, paga al proveedor la nueva mercadería. Almuerza a solas. A eso de las 4, enciende su segundo puro y de nuevo extiende la mano, esta vez, el Gobernador "compra".
-Aquí están tus tres cajitas del mes. Gracias por no cobrarme los impuestos y cederme esta esquina.
- Nada mamacita, gracias por cooperar con la salud de mis municipios.

-Ah y señor Gobernador, cuídate, corren muchos rumores de peligros por ahí abajo. Risitas
A las 6 pm Inés no era más que una estela de buen tabaco cubano camino a su casa.

-Mario Valverde

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